Bendito Condicionamiento Clásico
No, no. No te has equivocado, esto no es religión.
Lo que vengo a explicarte hoy es cómo el condicionamiento clásico nos salva también de peligros, nos programa para muchas actividades cotidianas, de supervivencia y comodidad y sin embargo, tan odiado, o siendo benévolos, tan poco comprendido, el bendito condicionamiento clásico.
Hay leyes físicas, leyes biológicas y leyes psicológicas. Bueno, hay más leyes pero vamos a centrarnos en las psicológicas.
Primera ley psicológica: condicionamiento clásico
Y en vez de empezar por Pavlov y el “bendito” perro de Pavlov. Hablemos de las bondades del condicionamiento clásico.
Seguro, que a ti, también te pasa.
Sales de casa, coges el coche, el metro, subes arriba y abajo. Te pasas medio día entretenida con mil que haceres. Vas para aquí, para allá y ni te acuerdas de ir al baño, como que hacer pis, no es algo que se haga fuera de casa. Vamos, que ni te acuerdas.
Perooooooooo, pero, te acercas a casa, vas con 5 bolsas cargada y después de lograr sacar las llaves y abrir la puerta de la cancela, ahí, ahí empieza la urgencia, la prisa. ¡No aguantas más! Te meas, te estás meando.
En el mejor de los casos, te pasa cuando la puerta que has abierto es la de la puerta de tu propia casa y te da tiempo de soltar las bolsas, las llaves, el bolso y to’ lo que llevas encima y sales corriendo o con paso acelerado para el baño.
Y ¿cómo explicamos esto?
¿Cómo es posible que lleves horas por ahí dando vueltas y ni te hayas acordado y es llegar a la puerta de casa y la señal se activa con fuerza, con urgencia y casi con apuro?
Pues eso, eso es un condicionamiento clásico. Como de costumbre, esto de ir al baño, lo haces en casa, los estímulos asociados a esta situación, quedan activados como señal de la respuesta y de esta forma, acercarse al lugar adecuado para ese menester hace que la señal se active.
Imaginar, oler, pensar en tu comida favorita con frecuencia despierta en ti, las mismas sensaciones físicas que cuando este manjar está realmente dentro de tu boca. La boca se llena de saliva para preparar el paso del bocado por tu aparato digestivo.
Pensar, preparar un viaje apasionante a muchas personas les despierta las sensaciones agradables de la aventura, el placer del mismo. Y lo explicaríamos de igual forma, por condicionamiento clásico. Sensaciones de bien estar vividas en otras experiencias quedan asociados a las circunstancias, a los estímulos que la desencadenaron.
Bendito condicionamiento clásico que te despierta todos los días antes que suene el despertador y que hace que tus hábitos sean más fáciles.
Bendito condicionamiento clásico que hace que frenes ante los semáforos en rojo. O que la señal de “stop” detenga todas tus conductas, una vez que entra en tu campo visual, estés haciendo lo que estés haciendo.
Bendito condicionamiento que hace que te hagas pis en la puerta de tu casa y no 5 manzanas antes de llegar.
Asociamos estímulos continuamente. Desde un determinado orden donde los estímulos asociados llevan a unas determinadas circunstancias.
Lo usan las marcas, la publicidad. En los perfumes, en los colores, en los sonidos. Despertando nuestros instintos y creando asociaciones con aquello que nos quieren vender.
Invadiendo nuestros sentidos para llevarnos a un determinado estado, un estado condicionado, automático, no consciente, rápido. Casi hipnótico, determinado, condicionado.
Y es el mismo condicionamiento clásico, la misma ley que hace que se asocien los miedos. Experiencias desagradables, quedan fijadas a estímulos asociados a la situación y hacen que en su presencia se activen las sensaciones físicas de peligro; los pensamientos de temor y las ganas de huir o evitar la situación.
Una situación con alto poder emocional tiene más probabilidad de que los estímulos asociados a la misma queden condicionadas como señal antecesora del potencial peligro.
De ahí, que si un día hubo una mala experiencia vivida en una determinada circunstancia (ascensor, perro, gato, agua, oscuridad…), es mas probable que quede condicionada esa situación que cualquier otro evento sin esa carga emocional asociada. Otro día te cuento el desarrollo de cada uno de estos.
La descripción de las leyes psicológicas son fruto de la observación.
La grandeza del conocimiento de las mismas es que no son inamovibles, si no que conociendo su funcionamiento, cómo funcionan podemos hacer que estas jueguen a nuestro favor o que vayan ejerciendo su poder sin conciencia, llevando a errores de interpretación o de victimización, como atrapados en un laberinto sin fin.
Al menos, recuerda que “si por una parte entré, por alguna podré salir”.
Esta es la diferencia principal entre las leyes físicas y las leyes psicológicas que aunque ambas explican los fenómenos observables, las físicas no las podemos modificar de forma natural. En cambio las psicológicas pueden ser cambiantes.
Mi trabajo consiste en enseñarte cómo funcionan para que tú las puedas usar a tu libre albedrío. Las puedes modificar, las puedes usar a tu favor.
Para que puedas descondicionar las que no te gustan y boicotean tus experiencias, así como condicionar las conductas que deseas. Sólo es cuestión de conocimiento y entrenamiento.
Puedes salir de tus problemas de ansiedad, está en tu mano.
La mayoría de los problemas de ansiedad, comienzas por condicionamiento clásico. Y recuerda, se pueden descondicionar.
Te voy a ir seguir contando, las siguientes leyes.
Espero que te haya gustado.
Deja tus comentarios y comparte.
Me fascina la forma que tienes de ver el lado positivo de las cosas. ¡Lo has vuelto a hacer! Me has mostrado la cara amable del condicionamiento clásico. Desde luego, la primera escena metafórica que has expuesto, no tiene desperdicio.
En verdad, yo he tendido a ver la parte negativa de ese condicionamiento y suelo echarle la culpa de lo que me estaba pasando. Pero entiendo que es cuestión de trabajarlo y, con tu ayuda, llegar a boicotearlo y manejarlo a mi libre albedrío.
Estoy en el camino y, a tu lado, estoy convencido de que lo conseguiré.
Fantástico.
Qué fácil y divertido de entender !! Yo querer más !!
Hay más Macu, voy a seguir compartiendo. Gracias por tu comentario. Recibe un afectuoso abrazo.
En la mágnifica película Philadelphia el abogado interpretado por Denzel Washington suele referir durante todo el juicio a todos los expertos en leyes que hace subir al estrado que se expliquen como lo harían a un niño de 8 años.
Me siento como un niño de 8 años comprendiendo de la misma forma divertida y consciente propia de esa edad en la que aun no estamos sobrecondicionados y saturados.
Muchas gracias por un trabajo tan ameno, practico y divertido.
Gracias a ti por seguirme y por tu exquisita aportación.